¡Buen día comandantes! O tardes… o noches… o estado en que no hay día ni noche… bueno… se entiende, jajaja
Hoy les vengo a contar el resumen de lo que pasa en “March of the Machine – Aftermath”, donde, con dos historias cortas nos dan un “epílogo” de March of the Machine, bastante escueto y que deja más preguntas que respuestas si vemos las pocas cartas que trae la edición, ya que solo nos habla de Nissa en el capítulo uno y de Nahiri en el capítulo dos, no se menciona a ninguno de los demás Planeswalkers que aparecen como criatura en la edición, Narset, Sarkhan, Samut y los demás tendremos que saber de ellos (espero) en futuras ediciones.
March of the Machine: Aftermath es una continuación en términos de Lore de la edición March of the Machine y un experimento en términos de venta de WOTC: Un set legal en standard de tan solo 50 cartas con sobres de 5 cartas para contar un epílogo de la edición en curso, tanto en cartas como en historia. Dejando de lado las implicancias en jugabilidad, economía de los jugadores, inyección de cartas, etc. Yo les quiero contar un poco el resumen de la historia en este set:
Capítulo 1: La que rompe el suelo… ehm no, el mundo.
Nissa ya no tiene su chispa de Planeswalker, no puede conectarse con las Leylines de Zhalfir, echa de menos a Ashaya y su hogar: Zendikar, y no hay nada que pueda hacer para recuperar su magia o su capacidad de viajar entre planos. La culpa de haber sido un arma phyrexiana y haber disfrutado su conexión con el Worldbreaker la corroen por dentro y para echarle sal a la herida, Chandra quiere salir de Zhalfir a buscar a Ajani y dejarla sola de nuevo, incluso después de haberle prometido que iban a estar siempre juntas.
Pero Nissa no es la única que perdió su Chispa, Teferi, Karn y Koth también están encerrados en Zhalfir, cada uno a su manera ha aprendido a disfrutar de 5 soles sobre sus cabezas y el oasis zhalfirino en medio del desierto, las fiestas luego de la victoria contra Phyrexia continúan y la música y felicidad de esas fiestas solo incrementan la culpa y la falta de concentración de Nissa para conectarse con el mundo elemental. Es en este contexto que Nissa va a saludar a Wrenn (o bueno, la plántula que ha ido creciendo de la bellota que rescató Teferi y que “representa” a Wrenn), y trata de conectarse con ella y escuchar su canción. En este intento de conexión, se forma un portal frente a ella del que brota una bestia elemental y la ataca, justo cuando la bestia la va a matar, Teferi (para variar) salva el día, congela a la bestia y salva a Nissa. Luego de eso, la bestia escapa, Nissa se va a la posta de salud más cercana y se queda esperando número mientras Karn, Koth y Teferi se van a buscar a la bestia. Antes de que atiendan a Nissa, llega la bestia al pueblo y nuevamente la ataca, justo cuando la va a matar llega Chandra a salvarla, luego de una explosión romántica en que Chandra y Nissa arreglan sus diferencias y mucho amor pasa de por medio, se conectan y logran terminar con la bestia, convirtiéndola en una nube de tormenta que causa una inundación y apaga todo el fuego que Chandra usó para intentar derrotar a la bestia, llegan los 3 hombres (o 2 hombres y el golem) de vuelta, celebran que derrotaron a la bestia y todos felices, para terminar, Chandra y Nissa, juntas, se besuquean un rato y luego se van al portal de donde salió la bestia creyendo que los podría llevar a otro plano, y entran de la mano a una nueva aventura de infinitas posibilidades.
Capítulo 2: Sin reparaciones posibles.
Nahiri está en la Ruina Celeste que le sirvió de centro de operaciones mientras era phyrexiana para invadir Zendikar, ahora, en la oscuridad, su misión es limpiar la roca y dejarla sin rastros de metal, mientras está limpiando encuentra un edro con su chispa dentro, lo saca y en su pecho se forma una pizca de esperanza y con esa esperanza y mucha fuerza de voluntad y litomancia logra abrir una escalera hasta el techo de la ruina celeste para poder salir a ver Zendikar luego de semanas en la oscuridad.
Al salir observa con pavor el resultado de su propio trabajo: ríos de aceite, árboles, suelo y otras cosas más fusionadas con metal phyrexiano, ahora inerte, que en su momento fue una verdadera amenaza para el plano, ahora cicatrices que no quieren terminar de sanar.
Mientras está observando esto, llega Ajani a ofrecerle ayuda para sanar su alma y consciencia, pero ella desconfía, y luego de un intercambio de palabras, le intenta tirar un pedazo de piedra encima, pero se pasa de bruta y rompe el suelo donde está parada, cayendo nuevamente al interior de la ruina celeste, justo sobre el montón de metal que le había sacado al edificio, enterrándose un pedazo puntiagudo de metal en el hombro. Al levantarse se pone a buscar su chispa, cuando la encuentra se da cuenta de que la caída rompió el edro y ya no queda nada de ella dentro, incapaz de poder recuperar su estado de Planeswalker, jura que ningún Planeswalker volverá a pisar suelo zendikari de nuevo, cueste lo que cueste.
Y hasta ahí llega toda la historia relacionada con el epílogo de la Marcha de la Máquina, bastante abierta y deja un mundo de posibilidades para… no, lo que viene es Wilds of Eldraine así que hasta ahora la historia no tiene relación alguna, esperemos ver algo de cohesión con lo que ha pasado hasta ahora en nuestra vuelta a Eldraine, pero tampoco quiero tener las expectativas muy altas.
¿A ti qué te pareció esta modalidad de hacer un set de epílogo? En términos de Lore al menos, las cartas aportan más que la historia en este caso, aunque en términos de jugabilidad veo pocas cartas interesantes en el set, por mi parte buscaré una o varias copias de Filter Out que para mi gusto es la mejor de la edición, ¡y es infrecuente además!